¿En cuántas habitaciones de hotel
me dejaste con mi pena
sin piedad?
Y ahora, ¿qué más da?
¿Qué más da?
Ahora viajo sola,
vivo en bosques sola ya no tengo miedo.
Hay luz al fondo.
Siempre... hay luz al fondo.
Y puedo ver pequeños islotes a flote,
que dejan que el sol les toque.
Y no sé si quiero irme o me quiero quedar.
Lo que sé es que ya no quiero
que me duela más,
no... así que no estaré.
La próxima vez... no estaré.
La próxima vez... no estaré.
La próxima vez... no estaré.
El viento corta mi boca pero no lo suficiente
como para que no puedan curármela los besos de otra.
Y desayuno lo que sabes que me gusta,
aunque preferiría desayunar tu piel
si no fuera porque te asusta.
Si no fuera porque te asusta.
Y no volveré a dejar que mis lágrimas me impidan
ver tanta belleza como tengo a mi alrededor;
tan lejos te siento tan cerca
y tan cerca
te sentí tan lejos.
Ahora no me quejo, yo lo consentí,
insistí en quererte.
Y ahora que no sé si insistir,
tú insistes en quererme.
Paradoja constante del amor,
cuando te vas, me quedo yo,
cuando me voy, tú te quieres quedar,
pero otra vez no estáre.
No, la próxima vez... no estaré.
La próxima vez... no estaré,
aunque te eche de menos,
no estaré.
La próxima vez... no estaré.